Tal como Covey (2003) lo indica, no se
puede tener éxito al relacionarse con otras personas sino se ha tenido éxito
con uno mismo, es decir, la victoria privada precede a la victoria pública. Y
uno de los factores que permiten esta victoria pública es el sentimiento de
seguridad que un ser humano puede tener respecto a otro ser humano, el cual
crece cuando ambas personas depositan su confianza en la otra persona, y
decrece cuando traiciona su confianza, es descortés, etc. Para acrecentar la confianza se debe
comprender al individuo, prestar atención a las pequeñas cosas, mantener los
compromisos, aclarar las expectativas, demostrar integridad personal, disculparse
sinceramente y enseñar con el ejemplo.
La confianza es un requisito para poder
emprender el camino hacia la interdependencia, un camino que inicia con el hábito
del ganar/ganar (el cuarto hábito de la gente altamente efectiva según Covey,
2003), es decir, procurar el beneficio mutuo en toda interacción humana: cooperar
y no competir. No se trata del éxito de una sola persona, sino del éxito de todos,
por lo que se deberá evitar toda interacción que genere relaciones ganar/perder,
perder/ganar, perder/perder, o sólo ganar.
Entonces, para obtener un ganar/ganar en
cualquier interacción humana, se deberán cuidar cinco dimensiones: el carácter (integridad, madurez
y mentalidad de abundancia), las relaciones (confianza), los acuerdos derivados
de las relaciones, los sistemas que lo sustentarán y el proceso a través del
cual se busquen soluciones ganar/ganar.
Una vez que se genera el hábito del
ganar/ganar, ya se estará en condiciones de desarrollar el quinto hábito que permitirá
la interdependencia. Este hábito indica que se debe procurar primero entender a
la otra persona, en vez de hacerse entender uno. Es decir, es necesario
aprender a escuchar, no sólo para responder, sino ser empáticos (escuchar con
la intención de comprender emocional e intelectualmente, no necesariamente
estando de acuerdo con la otra persona).
Este quinto hábito es el primer paso del
proceso ganar/ganar, ya que si una persona escucha a otra, la primera se dejará
influir, y como lo comenta Covey (2003), dejarse influir es la clave para
influir en los otros. Sin embargo, algo importante que debe mencionarse es que
se debe ser paciente, y no empujar para que la gente se abra verbalmente antes
de que uno pueda empatizar.
Poner en práctica todos los hábitos que
explica Covey (2003), prepara a una persona para el sexto hábito: la sinergia,
la cual puede ser definida como el todo que es más que la suma de sus partes,
es decir, significa que los resultados que puede obtenerse de manera individual
nunca podrán ser de tal magnitud como los obtenidos con apoyo de otras personas.
La sinergia es la esencia del liderazgo
transformador y su esencia consiste en valorar las diferencias entre las
personas, respetarlas, compensar las debilidades encontradas y construir sobre
las fuerzas detectadas, para aprovechar las oportunidades que se presentan y/o
enfrentar las amenazas que les afectan.
Y
la clave para valorar esas diferencias consiste en comprender que todas las
personas ven el mundo no como es, sino como son ellas mismas. Por ello, se debe
comprender a las otras personas y valorar su percepción, ya que cuando se da
una comunicación con sinergia, es explorar nuevas posibilidades, alternativas u
opciones que de manera individual no podrían darse.
Además, como lo menciona Covey (2003), la
sinergia es una cualidad poderosa para enfrentar los desafíos que se le
presentan al desarrollo y el cambio, ya que a través de ella se puede generar un
clima más positivo, respetuoso, abierto y confiado.
Sin embargo, es también relevante
mencionar que después de varios intentos para sinergizar, es posible llegar a
una situación de vencimiento al decir: la gente es como es y cambiarla es muy
difícil, pero Covey (2003) explica que esto es posible gracias al motivo del ganar/ganar
(cuarto hábito), la aptitud para escuchar a otros (quinto hábito) y la
interacción generada a través de la sinergia (sexto hábito) para actuar
directamente sobre las fuerzas restrictivas. Como resultado se crean nuevas
metas y/o metas compartidas, las cuales permitirán que la organización ascienda
de nivel, ya que por lo general se aplica la solución mejor para todos los
interesados.
Referencias
Covey, S. R. (2003). Los 7 hábitos de la gente
altamente efectiva: la revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa.
Buenos Aires: Paidós.
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