Es común que las personas nos aferremos al
pasado y nos neguemos a abandonar lo que tenemos seguro y emprender nuevas
aventuras, tal vez por el temor a lo desconocido, al fracaso, por minimizar el esfuerzo, por salud física o mental,
etc. Lo cierto es que nunca como ahora, el hombre está presionado por los demás
a cambiar, ya que vivimos en la llamada sociedad consumista, el concepto de
“usar y tirar” que solo aplicaba en economías desarrolladas se ha convertido en
un modo de actuar y pensar y bajo el cual todo se vuelve temporal, desde los
artículos tangibles hasta las relaciones interpersonales. El avance en la
tecnología (sobre todo la electrónica), nos obliga a mantenernos actualizados y
estar adaptándonos continuamente a los nuevos productos que cada año invaden
nuestros sentidos y generan la necesidad
urgente de incorporarlos a nuestra vida
sin haber pasado por un proceso de filtrado para determinar la conveniencia de
adquirirlos o no.
Diversos
autores coinciden al establecer como premisa que en el proceso de cambio
organizacional, las estructuras rígidas no sobreviven por ser la antítesis del
cambio. Un ejemplo lo observamos en el sistema educativo, se dice que si una
persona durmiera por cien años y se despertara, el sitio donde se sentiría mas
cómodo sería en una escuela, ya que en esencia se han mantenido sin cambios radicales
desde entonces, utilizando los mismos medios (aula con pizarrín) y métodos educativos
convencionales, con honrosas excepciones. Una organización no debe ni puede
mantenerse al margen de los cambios en su medio ambiente ya que de hacerlo,
perderá el sentido de su orientación y compromiso con su cliente externo y se
arriesga a ser reemplazada por otra que si tenga esa sensibilidad y mecanismos para
atender las nuevas demandas que le permitan adaptarse oportunamente cada vez
que algo cambie.
Sabemos
que en el mundo real, los sistemas cerrados no existen y solo se plantean para
efecto de analizar de manera controlada el efecto de ciertas variables sobre un
fenómeno objeto de estudio. Sin embargo hay quienes actúan como si esto fuera
posible y administran su empresa bajo esa equivocada premisa. Los sistemas organizacionales
cerrados mueren, ya que requieren
recursos (humanos, materiales, financieros, etc.) que deben importar del
exterior para autoconsumo y generar valor agregado mediante un proceso de
transformación. El entorno condiciona la orientación estratégica del negocio, hoy
como nunca antes el consumidor se ha tornado caprichoso, voluble, complejo, impredecible
y cada vez exige más por su dinero, mayor calidad a menor precio y un tiempo de
servicio que tienda a cero.
Por
otro lado, el mal llamado viejo continente (Europa), es una muestra de una
paradoja, ya que por un lado cuenta con edificios y monumentos que son muy
antiguos (pero muy bellos), es una muestra de modernidad respecto a cultura y tecnología.
Como convive lo viejo y lo nuevo, lo tradicional y lo contemporáneo, el pasado
y el futuro. Lo anterior es un claro ejemplo de lo que se cuestiona a si misma Malott,
¿Por qué construir y destruir, cuando podemos construir sobre lo construido?
Lo
único estable en el cambio dentro del cambio es el proceso que se establece para
gestionar el mismo cambio. Las personas por naturaleza, querámoslo o no,
cambiamos todos los días, uno no es el mismo al acostarse que cuando se levantó
ese día. De la misma manera, un grupo de personas sufrirán cambios permanentes
como tal, aunque como son tan pequeños no se advierten de inmediato, pero a
mediano plazo, exhibirán propiedades y características diferentes. Sin embargo,
los procesos los podemos diseñar y estabilizar, pero también considero que
tienen un tiempo de vida por lo que debemos estar periódicamente revisándolos
ya que tienden a la entropía y por lo tanto a la degradación.
Si
analizamos cualquier organización, sea pública o privada pequeña o grande, no
es la misma que hace 20, 10 o 2 años. Los que ahí laboran han sufrido cambios
en diferentes aspectos y magnitudes en su vida, por necesidad o por convicción
o por ambas, influyen y son influidos por la familia, la misma actividad
profesional, los amigos, las organizaciones, los medios de comunicación, etc. La
organización se convierte en un crisol donde se mezclan una infinidad de
fenómenos relativos a la conducta humana que en suma, presentan propiedades
emergentes en constante evolución que la convierten en una tarea compleja de
descifrar.
Lo
cierto es que dentro de esa complejidad, resulta interesante analizar para
discriminar los cambios que han sido planeados (intencionados) y cuales
simplemente se han generado a pesar de nuestra voluntad (aleatorios),
considerando los diferentes aspectos en que nos desenvolvemos cotidianamente. Es
premisa que un sistema es lo que el sistema hace, y lo que hace lo genera a
través de sus procedimientos y sus integrantes, por lo que si el producto es
bueno, eso será un reflejo positivo de su organización y de quienes a ella
pertenecen, pero si no, significará lo contrario.
Si
alguien pertenece a un sistema ganador, eso lo hará en consecuencia un ganador.
La clave del éxito personal muchas veces está en pertenecer a una organización
exitosa. Nadie quiere ser etiquetado de perdedor por ser parte de un grupo en
decadencia. Pero entonces, el éxito ¿es cuestión de suerte?
Si
a todos nos interesa pertenecer a un equipo ganador, ¿cómo asegurar que no
ocurra sin que sea un asunto fortuito?, considero que es premisa contar con un
buen liderazgo que esté dispuesto a trabajar en el desarrollo de las
habilidades personales y colectivas de su equipo, que esté orientado a
resultados y que continuamente busque la mejora de sus procesos y el
crecimiento de sus colaboradores, como personas, trabajadores, esposos, padres,
ciudadanos, etc. Pero sobre todo, que no se conforme con el logro de una victoria,
por grande que esta sea, que busque siempre nuevos retos para el y sus compañeros de equipo.
Queda claro que es importante aprender a aprender y
aprender a desaprender lo que se nos ha enseñado, solamente así podemos avanzar
y lograr mejores condiciones de vida de sí mismos y por lo tanto de quienes nos
rodean. Cuando sucumbamos a la tentación para permanecer en nuestra zona de
confort, habrá que preguntarnos si es una conducta correcta, normal,
sustentable y sobre todo, analizar las consecuencias que tal comportamiento
puede generar en el futuro.
3 comentarios:
Hola Blanca,
Soy Jesús González de iniciaBlog.com
Estoy tratando de ver el tema de los comentario, tal y como me has pedido a través de mi blog.
¿Qué es lo que pasa?, puedes dejar un comentario pero no puedes responder a este?
Coméntame un poco más.
Antes de despedirme te quería felicitar por el magnifico look y contenido de tu blog.
Me parece un tema muy interesante que fundamenta la importancia de hacer un diseño de sistemas con enfoque a la innovación, y además también la importancia de manejar un ciclo PHVA en cada proceso de la organización con el fin de que en la Verificación se analice que el diseño sigue vigente o es necesario hacer ajustes.
Muy buena base para nuestro proyecto de diseño de sistemas :D
El cambio en sí en una empresa mediana o grande es siempre conflictivo y complejo, que requiere que desde la cúpula organizacional se decida a implementar y no solo eso, pero también hacer ver a los niveles medios y menores el beneficio que el cambio puede traer con ello. En nuestra empresa implementaron desde hace un par de años la "gerencia de innovación" la cual se encarga de promover una cultura del cambio positivo, entre otras funciones, e implementar ordenadamente cambios que afecten al núcleo de la empresa, encontré interesante que el coordinador del grupo tenía en su escritorio el libro de Bertalanfy la última vez que lo visité. Saludos y enhorabuena. Julio
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