Covey (2003) escribe sobre los
principios fundamentales de la efectividad humana, traduciéndolos en siete hábitos
básicos que promueven que toda persona pase de ser dependiente de otra (necesitar
de otros para conseguir lo que quieren), a ser independiente (conseguir lo que
quieren por su propio esfuerzo), hasta tomar conciencia de que sus esfuerzos se
deben combinar con los esfuerzos de otros para lograr un éxito mayor: ser interdependiente.
Los hábitos que permiten generar
independencia tienen que ver con el autodominio y buscan el desarrollo del
carácter, y son tres. El primero de estos hábitos es la proactividad, lo cual
no sólo significa tomar la iniciativa, sino que es un concepto relacionado con
la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan, es decir, su respuesta a los
estímulos externos (físicos, sociales o psicológicos), sea consciente o
inconsciente, es una elección de la persona basada en valores. Por ejemplo, si
el tiempo es bueno o no, o si se les trata bien o no, siempre se sienten bien;
nada afecta a sus actitudes y su comportamiento.
La proactividad es una característica
presente en todas las personas, la diferencia entre una y otra será el nivel en
que desarrolle dicha proactividad, que generalmente está relacionada con el nivel
de madurez del individuo. Lo que si se puede asegurar es que se requiere tener
iniciativa para desarrollar los siete hábitos; sino se es proactivo a un alto
nivel, nunca se podrá dejar de ser dependiente de las demás personas o de las
situaciones, para poder aprovechar cualquier oportunidad que se le presente.
Pero, ¿cómo identificar si una persona
es proactiva? La primera pista está relacionada con el lenguaje que utiliza la
persona para conducirse; por ejemplo, dice: “no se puede” / “se debe” / “no es
permitido”, en vez de decir: “elijo” / “prefiero” / “se pueden desarrollar
alternativas”. Otra pista es la manera en que dedica su tiempo y esfuerzo para abordar
sus preocupaciones diarias donde tiene influencia (la salud, los hijos, los
problemas del trabajo, la deuda pública, la guerra nuclear, entre otras), es
decir, si la persona solamente se enfoca en aquellos factores que puede
controlar, ya que de lo contrario se generarán sentimientos de frustración,
energía negativa, impotencia, culpa y acusaciones, que impedirán el desarrollo
de este hábito básico llamado proactividad.
El segundo hábito tiene que ver con la
planeación, es decir, siempre empezar con un fin en mente y solamente realizar
aquello que contribuya a lograr dicho fin. Planear significa vivir dos veces:
la primera en la mente, y la segunda en la realidad. La planeación es una
actividad natural y peculiar del hombre como ser racional, que es tan antigua
como el hombre mismo, aunque algunos han llegado a pensar que es exclusiva del
hombre moderno del siglo XXI. En realidad, la planeación se ha desarrollado conforme
ha evolucionado el mundo, las empresas y la vida misma.
De acuerdo a lo revisado en la
literatura (Aceves, 2004; Ackoff, 2002; Chiavenato, 2001; Hitt, Ireland &
Hoskisson, 2008; Kaufman, 2004; Martínez & Milla, 2005), existen distintas
corrientes y paradigmas de planeación, pero en conclusión se puede plantear que
es un proceso que inicia con el análisis de necesidades (¿qué se desea y no se
tiene?), luego se definen las prioridades a partir de las cuales se formulan objetivos
y metas, se identifican los medios para lograrlos y se asignan recursos.
Este proceso no es algo exclusivo paras
las organizaciones, sino que es aplicable en todos los aspectos de la vida
(personal, familiar, profesional, social, etc.) y en la medida en que se comprenda
su importancia y se viva bajo este concepto de planear, es decir, vivir primero
en la mente antes de actuar en una realidad, ya que de esta manera la persona
podrá enfocarse únicamente en lo que se puede cambiar (el círculo de
influencia) y no dejará que las circunstancias la condicionen en su actividad.
Es importante también mencionar que este
segundo hábito también se relaciona con el tema de liderazgo, que según Hellriegel & Slocum (2009) es un proceso que
conlleva el desarrollo de ideas y una visión, así como el conjunto de acciones
que debe realizar una persona (el líder), para alcanzar algo por conducto de
otra gente (administradores).
Como lo experimentó Alicia cuando visitó
al país de las maravillas, si no se sabe a donde se quiere llegar, no importa
el camino que se tome, ya que cualquiera llevará a un destino; así que es
importante definir el destino antes de caminar, porque de esta manera podrán
tomarse las decisiones más adecuadas para llegar a dicho destino con menos
recursos y esfuerzos.
Según Covey (2003), cada persona puede
representar estos destinos en un enunciado de misión, filosofía o credos
personales, que expliquen: qué es lo que se quiere ser (carácter) y hacer
(logros), y cuáles son los valores o principios que le darán fundamento a
ambos (los paradigmas a través de los cuales se ve el mundo). Una persona debe
basar su misión alrededor del círculo donde tiene influencia, ya que esto proporcionará
seguridad (sentido de valía), guía (dirección en la vida), sabiduría (el
equilibrio) y poder (facultad de actuar).
La seguridad y la guía clara otorgan
verdadera sabiduría, y la sabiduría se convierte en la chispa o el catalizador
que libera y dirige el poder, independientemente de cual sea el centro donde
basa su vida: la familia/cónyuge, el dinero/ posicione, el trabajo, el placer,
los amigos/enemigos, la iglesia, uno mismo, etc. Éstos son algunos de los
centros más comunes a partir de los cuales la gente enfoca la vida, y
generalmente su comportamiento está condicionado por dichos centros. Lo que
todo individuo debe asegurar es centrar su vida en principios intemporales y
constantes, lo cual permitirá crear un paradigma que fundamente la efectividad.
Por último, el tercer hábito para ser
independiente (establecer primero lo primero), solamente se va a dar únicamente
cuando se han desarrollados los dos anteriores; se trata de establecer
prioridades y ejecutar los planes desarrollados con anterioridad, que permitan desarrollar
los potenciales y vivir bajos los principios que se haya planteado para lograr
la efectividad en todos los aspectos de la vida. Aquí es donde suceden las
cosas, donde se vive día a día para alcanzar los fines que se haya propuesto, y
por consiguiente, es donde se verán los éxitos o fracasos. Los éxitos
alcanzados significarán victorias personales o privadas.
Resumiendo, para pasar de la dependencia
a la independencia personal, un individuo debe desarrollar tres hábitos: el
primero es darse cuanta que se puede cambiar las deficiencias que ha ocasionado
el pasado; el segundo es la capacidad para visualizar lo potencial y definir las
directrices personales, morales y éticas que permitirán desarrollarlo; y por último,
el tercero es llevar a la práctica los planes definidos para desarrollar los
potenciales personales.
Referencias
Aceves, V. D. (2004). Dirección estratégica.
México: McGraw Hill.
Ackoff, R. (2002). Un concepto de planeación de empresas.
México, DF: Limusa.
Chiavenato, I. (2001). Administración, Proceso
administrativo. Colombia: Mc Graw Hill Internamericana.
Covey, S. R. (2003). Los 7 hábitos de la gente altamente
efectiva: la revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa. Buenos
Aires: Paidós.
Hellriegel, D., & Slocum. (2009). Comportamiento
organizacional (12va ed.). México, D.F.: CENGAGE Learning.
Hitt, M.
A., Ireland, A. D., & Hoskisson, R. E. (2008). Administración estratégica. Competitividad y globalización
(conceptos y casos) (7ma ed.). México:
CENGAGE Learning.
Kaufman, R. (2004). Planificación mega. Herramientas
prácticas para el éxito organizacional. Castelló de la Plana, España:
Universidad Jaume I.
Martínez, D., & Milla, A. (2005). La Elaboración del
plan estratégico y su implantación a través del cuadro de mando integral.
España: Ediciones Diaz de Santos.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario / Thanks for your comment